domingo, 27 de junio de 2010

Rafael Pombo, el famoso poeta colombiano, tomó la influencia del romanticismo anglosajón á través de poesías temáticas sobre el amor, la naturaleza, la desesperación y la soledad.

Para el colombiano común y corriente, la mayor popularidad la alcanzó este autor con obras antológicas, en la literatura infantil, especialmente los textos contenidos en su libro Cuentos pintados y cuentos morales para niños formales (1854).

Se pueden citar La hora de las tinieblas, Preludio de primavera; y para niños, cuentos rimados como Simón El Bobito, Doña Pánfaga, Renacuajo paseador, Cutufato y su gato, Pastorcita, La Pobre Viejecita, El niño y la mariposa; todos, ampliamente difundidos en las aulas de clase colombianas.

Pombo logró recrear los recuerdos de la infancia en el país y muchos aún recuerdan a Rin Rin, el renacuajo, los vestidos de la Pobre Viejecita y las colas de las ovejas de la Pastorcita.
Hablar de la obra de Pombo y Yepes, es hablar de una obra, donde la unidad, es el hilo conductor de una serie de elucubraciones, en la fusión de dos lenguajes: (texto y música), que como lenguajes independientes, funcionan muy bien. Ahora, con la presencia de la música realizada por el maestro Yepes, la obra ha tomado un carácter ampuloso en su forma, y con los insumos utilizados por ambos, realzan el valor de lo autóctono y hacen sentir la necesidad y el deseo de seguir en la búsqueda de oportunidades globalizantes. Como dice Germán Arciniégas: “la lírica de Pombo fue subjetividad y meditación filosófica, reflexivo sentimiento del amor y de la naturaleza, palpito religioso y aprovechamiento de la experiencia, Dios la naturaleza y la mujer son protagonistas en su obra, así como la rebeldía, el vigor, la ironía, por lo que resulta una extraña suma de autor entre devoto y demoníaco”.
El maestro Yepes conocedor de la obra y sabedor de la intencionalidad poética en Pombo, hace una música que se nutre de la idea musical y rítmica inmersa en la prosa; por ejemplo, en el Renacuajo Paseador, el maestro Yepes utiliza el ritmo natural contenido en la obra (el hijo de rana, rinrin renacuajo, salió esta mañana muy tieso y muy majo, con pantalón corto, corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de boda…). Con la inventiva rítmico-musical de Yepes, la obra logra tener la continuidad, acorde a las exigencias del texto. Muestra de ello es la facilidad con que manipulan y mezclan los indumentos propios del entrecruzamiento entre lo indio, lo negro y lo blanco; y al respecto dice Pombo: “¡lejos Verdi, Auber, Mozart! Son vuestros aires muy bellos, mas no doy por todos ellos el aire de mi lugar” . Como dice el crítico de arte Antonio Gómez Restrepo en el texto de Crítica Literaria sobre Pombo, que más bien pareciera referirse a una obra musical: “la música arte de que fue apasionado toda su vida, ejerció poderoso influjo sobre su númen, no en la forma errática incoherente del moderno decadentismo, sino convirtiendo en grandes sinfonías sus mejores poemas; con una adaptación perfecta del ritmo y el timbre de las estrofas al sentimiento que en ellas expresa” .
Es claro que en la cultura popular encontramos una vinculación directa con las narraciones heredadas de la tradición oral, es decir, los cuentos, las fábulas, los mitos, etc., pero también es cierto que han sido muchos los autores clásicos, que no sólo declaran su relación con este ámbito contaminado, sino que lo proponen como una fuente necesaria y definitiva.
¿Pero porque estos cuentos despiertan la curiosidad de todos? No sólo es la intención moralizante propia de la fábula, sino también, el juego de la prosa, el ritmo y la musicalidad que de manera natural pone Pombo en ellos, lo que nos atrapa; y el maestro Yepes sin desnaturalizar lo hecho por Pombo, toma estos cuentos y con la base rítmica musical ya inmersa en ellos, abre la posibilidad de que no solamente sean contados sino también cantados; por ejemplo en el ritmo prósico del renacuajo paseador (Amigo, venga usted conmigo, visitemos juntos a doña ratona, y habrá francachela, y Habrá comilona) el Maestro Yepes, intuye la posibilidad del ritmo de bambuco y utilizando no el común 6/8 sino el 6/4 (ternario y binario) de la parte anterior, con armonías tradicionales, con tempo di Bambuco y desplazando los tiempos fuertes en algunos compases le da el carácter inestable pero fiestero y característico de este aire nacional; y en esta otra parte del texto (hay, de mil amores lo hiciera señora, pero es imposible darle gusto ahora, que tengo el gaznate más seco que estopa y me aprieta mucho esta nueva ropa) el maestro Yepes siente en la prosa el ritmo de pasillo y en cambio del compás partido que viene utilizando, pasa a un ¾ característico de dicho ritmo, y complementa el carácter fiestero y convincente del texto. Estos son solamente algunos ejemplos.
Para cerrar este apartado introductorio, se puede afirmar que con la realización de esta obra se pondrán en juego un conjunto de elementos de clara vigencia en el entorno cultural nuestro: lo más reconocible de la cultura pupular ¬–local–, a través de una construcción musical heredada de la alta cultura; a esto se le sumará la producción de una escenificación diseñada para cada pieza (a la vez que orgánica en el conjunto), y en la cual, el director y los cantantes en relación con el espacio, propiciarán una experiencia de interacción con el público. Se trata de un ejercicio de actualización, que no desconoce los valores de la tradición, pero que invoca y recurre a las dinámicas propias del arte contemporáneo.